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Puerto de la Cruz, la placidez del norte

Hay quienes se empeñan en ceñir la isla de Tenerife al sur, olvidando que el norte encierra parajes muy auténticos y, dentro de lo que cabe, menos «contaminados» por el constante turismo del que se beneficia el archipiélago canario


Puerto de la cruz de noche
Vista nocturna de Puerto de la Cruz y el Valle de La Orotava.

Hay quienes se empeñan en ceñir la isla de Tenerife al sur, olvidando que el norte encierra parajes muy auténticos y, dentro de lo que cabe, menos «contaminados» por el constante turismo del que se beneficia el archipiélago canario.

Uno de esos lugares absolutamente recomendables es Puerto de la Cruz, una villa tranquila y con encanto. Ofrece la clásica imagen de playas y paseos abiertos a un incansable ir y venir de visitantes, pero a la vez esconde calles con hermosas construcciones y rebosantes de maravillosa paz.

Lago de Martianez
Lago de Martianez.

La población vista desde lo alto parece escondida de la mirada del viajero y, sin embargo, de vez en cuando asoma desde la carretera proyectando el brillo con el que el sol la ilumina. La parte baja, la que bordea el mar, es un resumen del Puerto de la Cruz más turístico: hoteles, restaurantes, terrazas, tiendas de electrónica, perfumerías y vendedores de cualquier cosa se suceden a lo largo de la Avenida Cristobal Colón, en donde está el lago Martianez, un bello conjunto de piscinas que son una excelente opción para los que prefieren la comodidad a las playas de arena negra.

Playa del Muelle
Puerto, playa del Muelle y el restaurante Cayaya.

Siguiendo el recorrido junto al mar se llega a la ermita de San Telmo, que se alza frente a la playa del mismo nombre, un conjunto rocoso aun así bastante frecuentado. La Plaza Europa se abre definitivamente al Atlántico presidida por el Ayuntamiento, a un lado, y la batería de Santa Bárbara, al otro. Desde ahí, pasando por el Museo de Arte Contemporáneo, se alcanza la playa del Muelle, uno de los lugares preferidos por los «ranilleros» especialmente los fines de semana. En este emplazamiento está también el pequeño puerto al que llegan los pescadores para descargar sus capturas y exponerlas en la improvisada lonja, apenas unos pocos puestos, que se coloca ante el Monumento a la Pescadora. Como presidiendo el puerto está el Cayaya, un bar de agitado ambiente con una terraza siempre llena de turistas, así por qué no ir al interior, más de nativos, para dialogar con el amable personal mientras degustamos un plato de conejo.

Puerto de la Cruzcentro urbano
Calle Quintana, esquina a Plaza de Europa, centro urbano de Puerto de la Cruz.

A un lado quedará la Plaza del Charco, con sus grandes árboles que regalan la preciada sombra al entorno lleno de bares que son acomodo para turistas y portuenses, pero si seguimos por la Explanada del Muelle o por las calles Mequínez, Lomo o San Felipe entraremos en un Puerto de la Cruz más pausado. Son vías estrechas en las que alternan restaurantes, tiendas y pequeñas casas coloreadas. Es una de las partes de la ciudad más agradables para aislarse del bullicio.

Continuando con el mar a la derecha se alcanza el Castillo de San Felipe y la Playa del Castillo, la más grande y preferida por los habitantes de Puerto de la Cruz. Dejando la playa a nuestras espaldas subiremos por la Avenida Blas Pérez González, con el barranco de San Felipe en uno de sus costados, encontrándonos con el Mercado Municipal, en cuyo piso superior hay algunos locales que sirven pequeños platos de pescado y marisco, aunque hemos de reconocer que el resultado es francamente muy mediocre.

Monumento a las pescadoras en el puerto de Puerto de la Cruz
Monumento a las pescadoras.

Como es habitual en esta web, seguimos paseando lo más alejados que nos es posible de los núcleos turísticos, así que nos dejamos llevar por las calles Fernández Perdigón y Cupido. En la paralela por abajo de la primera, al otro lado de la estación de autobuses, está la calle del Pozo y, en ella, varias terrazas de restaurantes en las que hacer un alto o atreverse con algún plato local.

En la Calle Valois veremos el indicador del teatro y un poco más adelante, a la derecha y en lo alto, el parque Taoro, absolutamente recomendable tanto para los que quieran hacer deporte como para los que únicamente deseen disfrutar de un reconfortante silencio, aunque para tal premio haya que subir una empinada cuesta o atreverse por el zigzag de las escaleras. Se trata de una colina con jardines, fuentes, caminos, cascadas y miradores que dan una imagen muy diferente y agradibilísima de la ciudad.

Casas de Colores de Puerto de la Cruz
Casas de colores en la calle Mequínez.

Por Leopoldo Zulueta accederemos al Jardín Botánico (calle Retama, 2), recinto del siglo XVIII con plantas tropicales y árboles centenarios. En el camino por Zulueta hay varios establecimientos interesantes, pequeñas zonas comerciales y un bar-restaurante de los que ya quedan pocos en la localidad, Casa Pepe (en el número 26), abierto en 1934, en donde degustar un buen conejo al salmorejo o unas más que aceptables croquetas en un entorno poco turístico y muy de habituales. Más arriba se ubica el Restaurante Magnolia, todo un clásico con buen servicio y calidad media.

Frente a Casa Pepe se abre la Calle Aceviño, zona residencial igualmente muy tranquila, con algunos hoteles y establecimientos para comer o beber algo. Para regresar a la parte baja de la ciudad podemos hacerlo por Aceviño, cogiendo a la izquierda por Castaño, donde está la ermita de San Amaro y el mirador de La Paz, con una espléndida vista de la que disfruta de forma permanente el busto de Agatha Christie, quien pasó muchos momentos de su vida en Puerto de la Cruz, descendiendo por la calle San Amaro, o por la Calzada Martianez o por su paralela, Camino de las Cabras, una estrecha vía a la que llega también la calle San Amaro y que termina en una escalinata que nos deja al pie del Centro Comercial Pirámides de Martianez.

Este ha sido un recorrido por la tranquila y acogedora villa del norte de Tenerife, un lugar idóneo para pasar unas vacaciones y en la que, como hemos visto, es posible aislarse del numeroso turismo y disfrutar de rincones de lo más agradables y, sobre todo, de la impresionante hospitalidad canaria, sin duda alguna, el principal valor con el que cuentan las Afortunadas.

Teide desde Puerto de la Cruz
El Teide visto desde Puerto de la Cruz.

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