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San Xusto de Toxosoutos, monasterio y cascadas

Un entorno marcado por la magia del bosque gallego


En este viaje os descubriremos uno de esos lugares que pueden considerarse un remanso de paz, un entorno a la vez próximo y oculto en el que disfrutar de los sonidos y de los colores de la naturaleza: San Xusto de Toxosoutos, un antiguo monasterio inmerso en un paisaje de cuento.

Se encuentra en el ayuntamiento de Lousame, en el margen izquierdo, en dirección Noia, de la carretera AC-543, que une esta población costera con Santiago de Compostela. Al llegar hay que dejar el coche y descender una empinada rampa o un camino paralelo con un buen número de escaleras que nos irán preparando para el ejercicio que nos espera.

La primera imagen que se obtiene es la de la iglesia y la posada que se levanta justo enfrente. La historia de este monasterio se remonta a comienzos del siglo XII, a través de la carta de hermandad de Pedro Muñoz y Froilán Alonso para someterse a las reglas de San Benito, para lo cual se establecieron en una ermita que pertenecía al monasterio de San Pelayo de Antealtares de Santiago. Al beneficiarse de muchas donaciones y privilegios aumentó su patrimonio de tal manera que llegaron a depender de él iglesias y tierras de lugares muy lejanos tanto de España como de Portugal.

En la segunda mitad del siglo XV pasó a depender del monasterio de Sobrado vinculado a la orden del Císter, comenzando entonces su decadencia. Actualmente se conservan la iglesia y la casa rectoral, pero lamentablemente no quedan restos del claustro románico original, que fue llevado en 1920 a un pazo de Noia.

La fachada tampoco es la original, ya que fue objeto de diversas modificaciones. Lo más destacable es la torre, en cuya parte alta está el campanario y, sobre este, una cúpula.

Frente por frente nos topamos con la entrada principal de lo que hoy es una posada que enseguida trae a la mente historias de peregrinos y caminantes. En la parte posterior de esta, un prado con sus mesas de merienda invita al descanso y a reponer fuerzas. El silencio aquí es absoluto, solo roto por el eventual repiqueteo de las campanas y por cierto murmullo de agua. Y hacia ese sonido nos dirigimos. Para ello bajamos unas escaleras entre ambos edificios y llegamos a la orilla del río San Xusto que, como veremos a continuación, nos depara imágenes de gran belleza.

Nos encontramos con el primero de los puentes que nos permite cruzar a la orilla de enfrente. Bordeando el río se alcanza un viejo palomar bastante escondido entre la vegetación. El bosque es muy frondoso y nos regala bonitos colores como el rosa intenso de las digitales.

Regresando río arriba damos la vuelta a la iglesia para atravesar un camino más angosto que sube y baja entre taludes, por lo que está más indicado para personas que no tengan problemas de movilidad. A un lado siempre el agua cristalina, las cascadas, la variada vegetación y, también hay que decirlo, multitud de latosos insectos. No se puede evitar el quedar ensimismado viendo cómo el río desciende saltando sobre las rocas rumbo al mar, pero antes el río San Xusto se unirá al Vilacova para formar el río Traba, desembocando en la ría de Noia. La comarca es muy rica en cursos de agua, lo que justifica que hubiese en otros tiempos hasta cinco fábricas de papel y numerosos molinos.

Continuando el paseo llegamos a una pasarela desde la que se vislumbra un segundo puente para cruzar de nuevo a la otra orilla. Desde ese puente se tiene una vista privilegiada del curso de las aguas, pero al girarnos descubrimos otra cascada a la que podremos acercarnos a escasos metros.

San Xusto no es solo el conjunto formado por el viejo monasterio y la posada, sino que es un entorno de silencio, tranquilidad y naturaleza en el que perderse durante unas horas. Uno se olvida enseguida que está a dos pasos de una transitada carretera.


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