Pues sí, a continuación te demostraremos que se puede viajar a París sin ver la Torre Eiffel ni otros muchos de los más conocidos monumentos. Ya sabes que en esta web evitamos, en la medida de lo posible, hablar de los lugares más turísticos y, por lo tanto, más comentados y habituales en guías y web de viaje. Pretender encontrar en la capital francesa zonas sin turistas, extranjeros o no, es una tarea algo complicada, no hay que pasar por alto que es la ciudad más visitada del mundo, así que los miles de foráneos se extienden como mancha de aceite por los 20 distritos que integran la ciudad. Aun así, en las próximas líneas intentaremos ofrecer opciones diferentes a las más conocidas para visitar, comer y salir en París.
Absolutamente aislados de las grandes avenidas y bulevares, existen en la capital francesa unos callejones, pasajes y cités que con seguridad te harán dudar si has hecho un viaje en el tiempo y de pronto has aparecido en otro lugar y en otro siglo, pero que son muy agradables para pasear por París. No te pierdas estos curiosísimos rincones, entre los que te mencionamos a continuación varios:
Hasta aquí solo algunos ejemplos, pero hay muchas más calles y callejones de este tipo: el Pasaje Dauphine (6), la Cité du Figuier (11), la Rue Crémieux (12), el Square des Peupliers (13), el Square Monstouris (14), la Villa Léandre y la Rue de l’Abreuvoir (18)… ¡A descubrir!
Para tomar una bebida o un café en París hay locales que te harán sentir especialmente relajado y en los que te sumergirás en un ambiente muy particular. Le Fumoir (6 rue de l’Amiral de Coligny) carece de zona ajardinada, pero por contra ofrece un ambiente clásico muy agradable y una terraza en la calle desde la que se ve la parte posterior del Louvre, que queda justo enfrente.
A pocos metros del Sena está L’ébouillanté (6 rue des Barres), con su colorida fachada que se enfrenta a la iglesia de Saint Gervais. En la pequeña calle en cuesta tiene mesas con sillas de vivos colores en las que tomarse un refrigerio.
Algo más caro que el anterior es el bonito Café Marly, en el Louvre, con un interior digno de su ubicación y terraza con vista directa a la pirámide de cristal.
En la misma línea del Marly está el Café du Petit Palais. Tiene un jardín de plantas exóticas en el que sentirse completamente aislado del bullicio de los Campos Elíseos.
El Café Suédois tiene también su terraza interior silenciosa y tranquila. Está en el Institut Suédois (11 rue Payenne).
El Marcello (8 rue Mabillon) es un restaurante italiano con su terraza interior de suelo adoquinado, ideal para cuando aprieta el calor.
Café Laurent (33 Rue Dauphine), es un pequeño recinto poco conocido actualmente, pero en su tiempo fue punto de reunión de artistas e intelectuales.
El Jaja está en pleno barrio del Marais (3 Rue Sainte-Croix de la Bretonnerie, distrito 4), es uno de los restaurantes más famosos de la zona. Tiene un jardín con terraza donde saborear una carta de platos que cuenta con muchos seguidores.
Ralph Lauent Restaurant, en el 173 del Boulevard Saint Germain, local de alta categoría que el modisto quiso convertir en el «más hermoso y romántico» de la ciudad. Tiene terraza interior en la que no falta una cuidada vegetación.
La última sugerencia que os hacemos en este apartado no es un café sino una sala de billar realmente llamativa. Si vas por la zona de Pigalle, acércate al 84 de la Rue de Clichy y echa un vistazo al Cercle Clichy Montmartre, conserva la fachada y la decoración de principios del siglo XX, sin duda es un lugar majestuoso que te va a encantar seas o no aficionado a ese juego.
Puede ser que después de los recorridos que te sugerimos te queden ganas de salir de noche en París y ver su famosa nuit. En este caso veremos qué posibilidades hay de diversión fuera de los círculos más propios de turistas, si bien hay que aclarar que casi en cualquier barrio podrás encontrarte una sucesión de bares, bistrós o restaurantes que te servirán para divertirte sin salir de esa zona.
Comenzaremos por los cabaret, un tipo de locales tradicionalmente asociados a París. Escaparemos de los tres conocidos mundialmente, Lido, Molino Rojo y Crazy Horse, para recomendarte algo muy peculiar y auténtico, Chez Michou (80, Rue des Martyrs, metro Abesses o Pigalle). Tiene un espectáculo de transformistas (ni drag queen ni travestis como insistente y erróneamente podrás leer en muchas web) que imitan con enorme gracia a ídolos de la canción francesa y también a otras muchas figuras conocidas internacionalmente.
Algunos de los actores llevan varias décadas trabajando en el local y continúan noche tras noche (Chez Michou no cierra ningún día) arrancando las carcajadas del público. Michou, el propietario desde hace más de 60 años, es todo un referente de la diversión en la ciudad (se le conoce como «el dinosaurio de la noche parisina»), a su casa acuden no solo personas provenientes de todas las esquinas del país, también lo hacen un buen número de famosos como se comprueba en las fotos colgadas en las paredes (Delon, Belmondo, Nana Mouskouri, los fallecidos Aznavour y Dalida, etc.).
Ofrece 2 menús para cenar, diferenciándose el precio de uno y de otro por la bebida: con champán o con vino, en ambos casos una botella para 2 personas. El punto negativo es que el local es muy pequeño y está completamente abarrotado. Los comensales-espectadores se encuentran como en una lata de sardinas. A favor, es auténtico, parisino, picante, gracioso y entrañable. Indispensable la reserva.
Pensando en una diversión más convencional y de ambiente joven hay que dirigirse a las zonas de la Rue de la Roquette (desde el cementerio Père Lachaise hasta la Bastilla), Rue de Lappe (perpendicular a la anterior) y Rue Oberkampf (no muy lejos, más al norte), las 3 con mucha «guerra». La Rue des Archives, en el Marais, y su entorno tienen varios locales de ambiente homosexual pero muy tranquilos y, por supuesto, abiertos a personas de cualquier tendencia. Este distrito, el Marais, es en sí mismo una oferta para el ocio, en él encontrarás montones de sitios para ver llegar la madrugada. Algo similar ocurre en el Barrio Latino, al otro lado del río (margen izquierda).
Evidentemente hay que mencionar Pigalle, barrio relacionado con el sexo (los locales dedicados a ese uso están suficientemente «señalizados») pero que tiene mucho más que eso. Hay también pub, bares de copas con suficiente diversión y restaurantes de todo tipo. Un lugar destacado en la zona es Le Carmen (34, Rue Duperré, distrito 9), bar de cócteles declarado monumento nacional. En ese edificio, un antiguo palacio, vivió Georges Bizet y ahí fue donde escribió la conocida ópera que da nombre al bar.
Por el área que integran las calles 4 de Septiembre y Réamur hay suficiente oferta, aunque en este caso es más bien de bares de vinos y bistrós, salvo en la esquina de Réamur con la Rue Montmatre (no confundas la calle con el barrio), donde hay 2 locales nocturnos justo en la confluencia de las 2 calles —111 Rue Réamur— siempre llenos a reventar (con cola para entrar en el caso del Popolare). Por esa ruta puedes seguir hasta Montorgueil y la Rue Saint Sauveur (perpendicular de la anterior), con un buen número de pequeños restaurantes, y de ahí girar a la derecha por Saint Denis, esta última un poco tomada por el negocio del sexo.
Suele haber también bastante animación en el Boulevard Poissonnière y en el Boulevard de Bonne Nouvelle (uno a continuación del otro), ya que hay varios teatros y cines en la zona. En las perpendiculares Rue d’Hauteville, Rue du Sentier, Rue de Mazagran y Rue Faubourg de Saint-Denis, por ejemplo, hay varios sitios de copas. También la Rue Faubourg Montmartre y sus calles aledañas tienen una buena retahíla de locales.
A continuación os damos unas sugerencias para salir de copas y para comer por distritos, teniendo en cuenta que es una simple lista de posibles sitios para pasar un rato, pero que, evidentemente, hay cientos que os pueden resultar igual o más interesantes:
Comenzamos por los locales para salir de copas o tomar alguna bebida en París
Estas son algunas sugerencias para comer en París
Recuerda, de todas formas, lo dicho al principio, en cualquier calle puedes encontrarte no uno, sino varios sitios donde hacer un poco de vida nocturna, tomar comida francesa o alegrarte el día con un dulce impresionante.
También tenemos varias sugerencias de barrios y lugares para visitar y caminar sin prisa, admirando la belleza de la ciudad. Independientemente de sus muchos museos, hay otras cosas que ver en París.
Passy-Chaillot
Estamos en el distrito XVI. Dejamos a un lado el Arco del Triunfo y nos encaminamos hacia el oeste para recorrer un triángulo formado por las avenidas Víctor Hugo, Poincaré y Kleber. Passy-Chaillot es un barrio elegante, de clase alta y, sobre todo, muy tranquilo. Estarás muy lejos de los autobuses llenos de orientales ávidos de comprar bolsos de marca o joyas con muchos ceros, puesto que no es un área comercial ni tampoco destaca por una excesiva presencia de locales de hostelería. Aquí hay más silencio y tranquilidad, un ritmo de vida diferente que incluye «familias bien», museos, embajadas, consulados…
Como todos los barrios de este tipo, Passy-Chaillot tiene un poso más auténtico y refleja la verdadera elegancia y clase de la ciudad. Sigue por Víctor Hugo y en la plaza que lleva el nombre del autor de Los miserables toma la Avenida Poincaré. Al final de esta te encontrarás con una magnífica vista, habrás llegado al Trocadero (cuyo nombre recuerda la batalla librada por las tropas francesas en las afueras de Cádiz, en la isla –perteneciente a Puerto Real– que lleva ese mismo nombre), con sus jardines y el Palacio de Chaillot.
A partir de ahí te proponemos varias posibilidades: dejarte llevar por las calles de Passy, hacia el sur, en paralelo al Sena y a la isla de los Cisnes (con su réplica de la estatua de la Libertad); que regreses por la Avenida Kléber hasta la Plaza De Gaulle y su famoso Arco, o que desciendas por la Avenida Presidente Wilson para alcanzar el Palacio de Tokio. Si optas por esta última tómate un respiro en la curiosa cafetería (tiene también terraza interior) del citado palacio y observa el ir y venir de gente, en su mayoría joven, a la búsqueda de múltiples actividades culturales.
Descendiendo desde el Arco del Triunfo por la Avenida de la Gran Armada estarás de nuevo ante una cara distinta de la ciudad. Magníficos edificios y multitud de negocios te acompañarán a ambos lados de la avenida. Los aficionados a las motos se frotarán las manos, ya que verán concesionarios de casi todas las marcas. En el margen izquierdo están las instalaciones de 2 míticos distribuidores: Yamaha Pons, del que fuera uno de los mejores pilotos franceses del mundial de motociclismo, Patrick Pons, y Honda Sonauto, que sostuvo durante años el equipo Campeón del Mundo de Resistencia integrado por los también locales Christian Leon y Jean Claude Chemarin.
Al final de la avenida se llega a la Puerta de Maillot, donde se ubica el Palacio de Congresos de París y donde técnicamente se acaba la ciudad. Al otro lado de la rotonda comienza la Avenida Charles de Gaulle perteneciente a la población de Neuilly-Sur-Seine. Recomendamos una visita a pie de esta tranquila y lujosa población en la que viven muchos famosos, actores (como Belmondo, por citar solo uno) y políticos (Sarkozy fue alcalde de Neuilly y aquí residieron algunos de sus ministros).
Al interior de la población se puede acceder por la Rue d’Orleans o por la Rue Louis Philippe; girando a la izquierda en la Place Churchill se llega al centro: ayuntamiento, iglesia y escuela se suceden en el margen derecho. Presta atención a los edificios, completamente uniformes, disfruta de la calma que se respira, aprecia la calidad de vida que hay y comprenderás por qué la gente adinerada elige Neuilly para vivir…
Los más valientes pueden seguir a pie atravesando el Sena (a la derecha veréis otra de las islas habitadas, la de la Grande Jatte) hasta llegar a La Defensa, barrio absorbido por el área empresarial, en el que destaca el Gran Arco, una especie de réplica moderna del Arco del Triunfo, y los rascacielos que albergan oficinas. Ahí tienen su delegación las 17 empresas más importantes del mundo, entre muchas otras.
Además, hay centros comerciales, tiendas, restaurantes y… estación de metro para regresar. Es curioso ver al mediodía el momento en que bajan a la calle los cientos de empleados que allí trabajan para almorzar sentados en los bancos de la plaza principal (donde hay una estatua de Miró) o en los bares de alrededor.
Indudablemente, París da mucho más de sí, podríamos seguir dándote sugerencias, como la visita al parque de la Buttes-Chaumont, por ejemplo, pero este artículo se haría interminable, así que prometemos una segunda entrega para que la «ciudad más bonita del mundo» continúe enamorándote.
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