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Tres tesoros de Caldas de Reis

Antiguos puentes y paisajes inesperados y perdidos en los cauces de los ríos Umia y Bermaña


Enclavada en el camino portugués a Compostela y lugar obligado en las comunicaciones entre Vigo y A Coruña, Caldas de Reis puede presumir de historia y naturaleza.

En este vídeo vamos a visitar tres lugares de los muchos que esta población ofrece, con un denominador común, el agua de los ríos. Comenzamos en el centro urbano regado por los cauces del Umia, al que después iremos, y del Bermaña. Precisamente aquí es donde hacemos nuestra primera parada, en el puente medieval que se encuentra al final de la calle Real.

En el momento de su construcción estuvo integrado en un camino militar romano y hoy en día es lugar de tránsito obligado para los peregrinos que hacen la ruta jacobea. Está construido en sillería, tiene 3 arcos de medio punto y tajamares en ambos lados. En la zona central muestra 2 bancos de piedra y un crucero posiblemente del siglo XVII, época de su reforma.

Pero no hay que detenerse solo en el puente, vale la pena recorrer las calles adyacentes y fijarse en las casas blasonadas y en más detalles, como este otro puente paralelo al anterior y con el que contrasta visualmente. El juego de las aguas, la personalidad del puente y la zona verde que le precede hacen de este lugar un rincón de particular belleza.

El segundo punto que hemos seleccionado es la ruta del agua, a orillas del Umia, en la zona de Segade, saliendo de Caldas hacia Cuntis, apenas a unos kilómetros del centro de la villa. Lamentablemente el lugar no está bien indicado para los visitantes. Hay que descender desde la carretera hasta alcanzar una vereda que discurre junto al río. Además de algunas solitarias casas, encontraremos un viejo molino que aprovechaba la fuerza del agua y cuyo sonido rompe lo que sería un profundo silencio. Estamos tan cerca del pueblo y a la vez parece que nos encontremos muy lejos de todo.

Caminando entre rocas y pasando un pequeño y deteriorado puente, el caminante se llevará una gran sorpresa al descubrir un festival de agua. El Umia golpea las rocas, ya pulidas de tanto roce, formando un paraje que aparece como salido de una foto idílica. Una catarata lanza una lengua de agua, creando una especie de piscina natural que algunos conocedores de este privilegiado entorno aprovechan para tomar un baño cuando el tiempo lo permite.

El lugar parece el paraíso del agua, como así lo debieron de pensar los impulsores de la vieja central eléctrica llamada por los lugareños «la fábrica de luz» y cuyos restos aún permanecen visibles. Se cree que fue a finales del siglo XIX cuando comenzó a operar esta central impulsada por Pressler y Compañía, empresa que proporcionaba energía eléctrica a Vilagarcía de Arousa, Carril, Cambados, Padrón y la propia Caldas de Reis, y que es considerada como la pionera de las grandes distribuidoras de energía en Galicia. Esta compañía, ya transformada en Sociedad General Gallega de Electricidad, seguiría creciendo hasta acumular en los años 30 el 76% del servicio eléctrico en la región, integrándose en la mitad de la década de los 50 en Fenosa.

Hoy en día los restos de sus instalaciones proporcionan un singular decorado a las orillas del río Umia. Su chimenea se alza entre la arboleda como contrapunto a la pared rocosa que se yergue al otro lado de las aguas.

El tercer lugar que os hemos reservado se encuentra, como en el caso anterior, bastante escondido, es el puente de A Baxe. Desde la carretera de Cuntis hay que descender por un camino que nos conduce nuevamente a las orillas del Umia, muy cerca de la cascada que hemos visto anteriormente, a cuyas espaldas nos encontramos.

Aquí se alza un puente romano de un solo arco construido en el siglo I y reformado en el siglo XVIII, por el que transcurría la vía proveniente de Tui.

Para admirarlo en todo su esplendor es preferible descender hasta el río, desde donde tendremos una panorámica que resalta su elegancia. El descenso es algo angosto, puesto que hay que bajar unas empinadas escaleras y deslizarse por un pasadizo entre rocas hasta alcanzar un nuevo mirador. En esa posición podremos ver cómo el agua comenzaba a ser canalizada para llevarla hasta la antigua centra eléctrica, o fábrica de luz, que vimos anteriormente.

En esta parte del río, bajo el puente de A Baxe, volveremos a experimentar la misma sensación que en las cascadas de Segade, es como descubrir de pronto un tesoro que permanece escondido entre arboledas, rocas y taludes.


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