logo yo y mi maleta

Cádiz, qué ver, qué hacer y qué visitar en La Tacita de Plata

Recorremos algunas de sus plazas y visitamos lugares emblemáticos y monumentos siempre llenos de historia


Cádiz, la ciudad más antigua de Occidente. Casi 3.000 años contemplan a esta urbe unida a la península por un fino hilo de tierra. Cuando amanece, el cielo gaditano se tiñe de rojo y la luz va dando forma a las casas blancas, con sus terrazas y torres de vigía, entre las que se yergue más alta que ninguna la torre Tavira. Pronto el tráfico se hará intenso en el nuevo puente de la Constitución, mientras, en la época estival, la playa Victoria se prepara para recibir a los bañistas. Al mismo tiempo, pescadores y paseantes se van dando cita en el arenal más típico, la playa de la Caleta, en el barrio de la Viña, enclavada entre los baluartes de San Sebastián y Santa Catalina.

El de San Sebastián está únido por un corredor de piedra y alberga el único faro metálico de España. Fue construido entre los siglos XVII y XVIII. Del lado contrario, el de Santa Catalina toma color amarillo con los primeros rayos de la mañana. Fue terminado en el siglo XVI por iniciativa del rey Carlos II.

Las dos Cádiz

Partiendo del paseo y llegando casi a la orilla del mar, el viejo balneario, con sus dos brazos blancos, constituye la imagen más habitual de la playa de la Caleta. En la actualidad este singular edificio alberga el Centro de Arqueología Submarina de la Junta de Andalucía.

Cádiz se divide en dos sectores, el moderno a lo largo de la playa de la Victoria, y el casco antiguo, ambos delimitados por la Puerta de Tierra, único acceso terrestre de la antigua muralla. Fue realizada en mármol blanco en el siglo XVIII por el constructor militar francés Vauban.

Actualmente sigue siendo el punto de entrada que conduce hasta la plaza de San Juan de Dios, al fondo de la cual se encuentra el Ayuntamiento de Cádiz. Fue construido por Benjumeda y García del Álamo en los siglos XVIII y XIX, en sustitución de otro anterior del siglo XVI. Destaca por su fachada completamente blanca y su torreón con el reloj.

En el centro de la plaza aparece la estatua de Segismundo Moret, gaditano que ocupó distintos ministerios en el siglo XIX. Frente a San Juan de Dios se abre el puerto, en el que de vez en cuando se dejan ver lujosos yates y se levantan las columnas de Hércules, a quien la mitología otorga la fundación de la ciudad. En ellas se lee el lema Non Plus Ultra, no hay más allá, que también se incluye en el escudo nacional.

La historia de Cádiz está íntimamente ligada a una de nuestras constituciones más conocidas, la de 1812, popularmente llamada la Pepa. Fue promulgada por las Cortes Generales reunidas en esta ciudad el 19 de marzo de 1812, hecho que se recuerda en la Plaza de España con el monumento a las Cortes y al Sitio de Cádiz.

Aquella constitución, la primera de nuestro país, fue redactada también en Cádiz, concretamente en el Oratorio de San Felipe Neri, en cuyo exterior numerosas placas recuerdan este histórico hecho. Ya que hemos visitado la plaza de España tenemos que fijarnos en la Casa de las Cinco Torres, que en realidad son 5 edificios contiguos que responden a la misma estética y características, todas ellas terminadas en una torre y garita. Son de 1771 y están incluidas en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.

El Cádiz antiguo es un intrincado entramado de calles estrechas, muchas veces en curva y sin que se adivine el final, lo que puede hacer verdaderamente difícil orientarse, dando la sensación de que se camina siempre sin rumbo o por la misma vía, pero también hay un Cádiz moderno, de amplias y luminosas avenidas que le confieren un aire de ciudad activa, paseable y alegre.

Las dos catedrales, la nueva y la vieja, dan la espalda al mar. La primera de ellas es la más icónica y reconocible por su gran cúpula recubierta de azulejos vidriados y conforma una de las imágenes más asimilables a Cádiz. Tardó ochenta años en construirse, por lo que responde a diferentes estilos. La entrada principal se encuentra en la plaza de la Catedral, punto de reunión de turistas, que desde las terrazas de los cafés admiran este templo construido con piedra ostionera.

El carnaval

Hablar de Cádiz es hablar del carnaval, sin duda el más inteligente y mordaz de cuantos se celebran en España. Cuartetos, chirigotas, comparsas y coros compiten cada año en gracia y arte en el monumental Teatro Falla.

Cádiz tiene otras plazas más tranquilas, como la de la Candelaria, una de las más auténticas, rodeada de bancos para descansar, un remanso de paz con sus pérgolas que dan sombra en los días más calurosos. En una esquina una placa recuerda a uno de sus más ilustres vecinos pues allí nació en 1832 Emilio Castelar, presidente del gobierno de la I República.

Otra es la plaza de Mina, que ocupa el espacio de lo que fue el huerto del convento de San Francisco. Está dedicada al general Espoz y Mina, héroe de la Guerra de la Independencia contra los franceses. Es un lugar donde los padres y abuelos se sientan para ver jugar a sus niños en los jardines. Tiene varias especies vegetales, entre ellas boneteros, plátanos, laurel de la India, palmeras canarias y datileras, ficus y yucas. Está rodeada de bonitas casas entre las que destaca la del número 3, en ella nació en 1876 el gran músico Manuel de Falla.

Apenas a unos metros nos encontramos con la plaza de San Antonio, que tiene una especial importancia, ya que aquí fue proclamada la Constitución de 1812. Es un lugar amplio y diáfano en cuyos laterales hay elegantes edificios como el palacete de los Aramburu, el de la Universidad a Distancia, la casa que alberga el Casino Gaditano, y la casa Pemán, hoy sede de la fundación de una entidad bancaria.

También muy próxima está la plaza del Mentidero, de forma triangular y muy vinculada al carnaval, así llamada porque en ella se reunían todo tipo de personas sin otro objetivo que divulgar rumores y noticias falsas.

Mirando a la bahía se extiende la Alameda, un conjunto de jardines con pérgolas y azulejos, tanto en el suelo como en los bancos, con diversos bustos y placas que recuerdan los vínculos de esta ciudad con el continente americano. La Alameda es uno de los mejores lugares de Cádiz para pasear en un ambiente tranquilo y fresco, o sentarse mirando al mar con Rota, Puerto de Santa María y Puerto Real enfrente, u observar cómo los pescadores lanzan los anzuelos al agua.

Fuentes, farolas, árboles y parterres forman un conjunto que el visitante no debe obviar, puesto que es uno de los rincones más reconfortantes de la capital.

El mercado, la esencia de Cádiz

El contrapunto en ruido y ambiente lo pone el mercado central. Toda una muestra de pescados, mariscos, carnes y quesos, entre otros productos, que la provincia ofrece a los consumidores. Dentro del propio recinto hay diversos bares en los que se pueden probar las especialidades locales, y si esto fuese poco, en torno al mercado todavía hay más ofertas para degustar las tradicionales tapas. Es uno de los atractivos de la ciudad que el visitante no debe perderse y al que con toda seguridad dedicará unas cuantas horas.

Lindando con el mercado está otro de los puntos más concurridos, la plaza de las Flores o plaza de Topete, en recuerdo del vicealmirante que al grito de "¡Viva España con honra!" inició aquí la revolución de 1868 que supuso la huída de la reina Isabel II de Borbón.

Al fondo de la plaza y entre los puestos de flores se adivina el bonito edificio de Correos, fácilmente identificable por su fachada de ladrillo rojo.

Nuestro recorrido por Cádiz, ya al final del día, lo terminamos en el mejor escenario posible. Volvemos a La Caleta para recordar aquella canción del gaditano Carlos Cano en la que decía que la playa de la Caleta es plata quieta. Aquí es donde mejor se comprende por qué esta ciudad de origen fenicio es conocida por La Tacita de Plata, así es el que color de sus aguas, que poco a poco se van tiñendo mientras se disfruta de una espectacular puesta de sol.


AVISO LEGAL

Copyright SPIRALES EDITIONS © 2024 · Todos los derechos reservados· yoymimaleta.com