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Pueblos Blancos: Grazalema, Setenil y Bornos

En este vídeo nos daremos un paseo por estos tres bonitos pueblos blancos y de la sierra de Cádiz, una provincia que, además de una preciosa costa, ofrece un interior digno de ser conocido y visitado con detenimiento


Comenzamos nuestro viaje en Grazalema, la antigua Ben Zalema o Gran Zulema de los árabes, reconquistada por el duque de Arcos y Marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León, en 1485. Es una localidad de algo más de 2.000 habitantes que tiene el curioso récord de ser el lugar de España donde más llueve, no en días de lluvia sino en cantidad.

Es una población que vale la pena recorrer con tranquilidad, disfrutando de sus calles empinadas y las casas con ventanas enrejadas. Grazalema sufrió las consecuencias de la Guerra de la Independencia contra los franceses y también de la Guerra Civil española. Es un punto ideal para iniciar una visita a la sierra que lleva su nombre, sierra en la que curiosamente aparecieron en el siglo XIX los primeros bandoleros.

Algunos monumentos que se pueden visitar son las iglesias de la Encarnación, construida sobre un antiguo templo mudéjar tras la Reconquista y que llegó a ejercer el arciprestazgo de la villa, y la de Nuestra Señora de la Aurora, elemento más importante del patrimonio cultural, destruida por un incendio en 1936 y actualmente el principal centro de culto de la localidad. Está situada frente al ayuntamiento en una animada plaza con varias terrazas, lugar de descanso para lugareños y turistas.

La siguiente parada la hacemos en el pintoresco pueblo de Setenil de las Bodegas, cuya principal curiosidad son sus casas-cueva construidas bajo la roca que les sirve de cubierta y de fondo. Estas viviendas pueden admirarse en las calles Cuevas del Sol y Cuevas de la Sombra, a ambos lados del tajo que forma el río Guadalporcún. Su núcleo urbano es Conjunto Histórico.

Todavía hoy puede verse cómo se realizan estas viviendas-cueva utilizando la roca como una parte más de las casas. Es obligado un paseo por sus estrechas calles, auténtico laberinto en aguda pendiente, en ocasiones con escaleras, como las de la calle Herrería, donde además encontramos algún curioso rincón que ningún turista o enamorado pasa por alto.

Su nombre procede de Septem Nihil, en alusión a los siete sitios a los que fue sometida durante la Reconquista, siendo considerada una villa inexpugnable. Setenil exige unas cuantas horas, paciencia y cierta forma física para recorrerla y admirar su graciosa configuración.

Los más atrevidos pueden intentar subir las decenas de escalones que llevan al mirador situado cerca de la plaza del Carmen, desde donde se tiene una excelente vista del pueblo, de su intrincada fisonomía y del castillo.

Desde luego que no se puede dejar Setenil sin probar algunas de las especialidades gastronómicas que nos ofrecen los pueblos blancos y de la sierra gaditanos.

Terminamos nuestro recorrido en Bornos, un municipio con una población cercana a los 8.000 habitantes. El centro del pueblo gira en torno al alcázar de Fontanar, construido por los árabes y más tarde reformado por los duques de Alcalá de los Gazules, de los que toma el nombre actual de Palacio de los Ribera.

El castillo fue adquirido por Per Afán de Ribera, Adelantado Mayor de Andalucía. De su origen árabe se conservan algunas partes, entre ellas la torre del homenaje. En el siglo XVI la familia Enríquez de Ribera lo transformó en un palacio de estilo plateresco. Fue Fadrique Enríquez de Ribera, marqués de Tarifa, el que se valió de artistas españoles e italianos para la modificación del edificio.

Tiene un patio portado en dos de sus lados, observándose en los arcos varias gárgolas. Muchas de las estatuas que había en este palacio se encuentran actualmente en la Casa de Pilatos de Sevilla.

En la puerta de acceso, bajo el balcón, se observa el escudo de los Ribera, que es actualmente el blasón municipal. Este monumento ha sido declarado Bien de Interés Cultural en 1985. Destacan sus bonitos jardines trazados por el italiano Benvenuto Tortello, en el que se encuentran variadas especies vegetales, como boj y arrayanes. Los senderos y rincones son un lugar frecuentado no solo por turistas, sino también por los propios bornenses para aprovechar la sombra, el frescor y la tranquilidad que se respira en este lugar.

Junto al palacio se levanta el Ayuntamiento de Bornos, de estilo neoclásico y construido en 1830. Al otro lado está la iglesia de Santo Domingo de Guzmán. Se estima su construcción a finales del siglo XV o principios del XVI. Responde a los estilos gótico y barroco. La fachada principal es neoclásica y está dividida en dos por un frontón. La torre del campanario mide 31 metros de altura y fue construida a finales del siglo XVIII.

En la misma plaza encontramos interesantes edificios y alguna que otra curiosidad, como la casa de la llamada «abuela del Real Betis Balompié», colores y emblemas de este club de fútbol que exhibe con profusión.

En las afueras de Bornos se encuentra el lago, un embalse que con su playa es lugar de recreo, deporte y esparcimiento y también escenario cada verano de importantes eventos musicales.


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