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Torres de Altamira y cascada del Pozo Negro

Un lugar de luchas y batallas por el poder en la Edad Media y una ruta de senderismo por un bosque encantador


En este viaje nos acercaremos a un lugar de luchas y batallas por el poder en la Edad Media, pero también veremos entornos más plácidos, como una ruta de senderismo por un bosque encantador, donde descubriremos un rincón mágico con una pequeña cascada.

Partiendo desde Santiago de Compostela tomamos la AC-451, en la provincia de A Coruña, en dirección Brión-Noia, para llegar al lugar de A Torre, donde se encuentran las ruinas del importante castillo medieval de las Torres de Altamira, que fue feudo de una de las familias más poderosas de la Galicia medieval: los Moscoso.

Subiendo por un camino alcanzamos la loma donde se levantan los restos de esta construcción declarada Bien de Interés Cultural. Fue lugar de batallas desde su construcción en el siglo noveno. Se tienen datos de que fue destruido por Gonzalo Moscoso en el siglo XI y reconstruido más tarde, para lo cual había que contar con el visto bueno del arzobispo de Compostela.

Estuvo en manos de la mencionada familia Moscoso desde el siglo XV y nuevamente fue destruido en las Guerras Irmandiñas, una revuelta social que tuvo lugar en Galicia en los años 1400. Reconstruido otra vez en 1471, volvió a ser escenario de enfrentamientos, esta vez contra el arzobispo compostelano, contrario a que se rehiciera la fortaleza a las afueras de Santiago. Se la conoce como la batalla de Altamira, de la que se cumplieron 550 años el 13 de junio de 2021.

En varias zonas del área hay placas que explican la historia del castillo y muestran lo que debería ser el plano original. Parece que contaba con seis torres y una muralla que protegía un amplio palacio, además de una capilla bajo la advocación de los Reyes Magos. Se cree que en un incendio en el siglo XVIII estaría en el origen de su deterioro. En el siglo XIX fue prácticamente expoliado, puesto que fue tratado como una cantera de la que se extraían sus piedras para realizar otras construcciones, entre ellas la iglesia de Brión y la capilla de Santa Minia.

Actualmente conserva restos de la muralla, una de las torres, una larga pared con una portada gótica y ventana ojival, el pozo y la base de la fortificación. A principios del siglo XX fue adquirido por la Diputación de A Coruña.

Desde este lugar se tiene una excelente vista del valle de A Mahía, muy ligado a escritores como Castelao y Rosalía de Castro. También se puede aprovechar para dar un paseo por el bosque que rodea al castillo.

Un bosque oscuro

Pasamos a la segunda parte de nuestra excursión. No nos vamos muy lejos, volvemos sobre nuestros pasos hasta la carretera DP-1302 que nos conduce al lugar de Ons de Abaixo. Nos dirigimos a la cascada del Pozo Negro.

El descenso puede llevar entre 15 y 30 minutos, dependiendo de dónde dejemos el coche, en todo caso hay que tener en cuenta que la vía es muy estrecha y pronto deja de estar asfaltada. Mojones e indicadores muestran el camino a seguir, introduciéndonos en un precioso bosque en el que los enormes árboles crean un ambiente de cuento, fresco y sombrío.

El camino va retorciéndose entre una vegetación impresionante de enormes árboles y rocas cubiertas de musgo, siempre con el sonido del agua que va incrementando el volumen a medida que nos acercamos. No hay que desviarse del camino sino seguir descendiendo hasta encontrar el río Tambre, en la llamada Pesqueira del Pozo Cardo. Las pesqueiras eran trampas que se colocaban en las presas para pescar sobre todo truchas, salmones y lampreas.

Unos metros más adelante llegaremos al río Chavielos, que desemboca en el anterior. Estamos en la cascada del Pozo Negro, un salto de agua de unos 6 metros de altura rodeado de toda una exhibición forestal. Un pequeño puente de madera permite cruzar el curso del agua sobre esta oscura poza que da nombre al lugar, ya que el entorno es sumamente sombrío debido a la profusión y tamaño de los árboles. El lugar invita tanto a reposar como a caminar por el precioso bosque disfrutando de la naturaleza, siempre con cuidado de no extraviarnos en los diversos senderos que existen.

Y si todavía os queda tiempo os recomendamos que os acerquéis hasta Pontemaceira, ya en el camino de Santiago, otro lugar que vale la pena visitar.


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